APRENDIZAJE DIALÓGICO


Es uno de los pilares metodológicos de las COMUNIDADES DE APRENDIZAJE. Así lo podemos leer en los documentos y experiencias que hay publicadas. Nos interesa por ello reflexionar sobre el significado y alcance de este recurso.

En un primer acercamiento la expresión “aprendizaje dialógico” nos sugiere diálogo, comunicación, interacción, intercambio personal,… entre dos o más protagonistas del hecho educativo. Un diálogo que es condición y medio de aprendizaje y no sólo un recurso más o un componente del clima del aula que pueda favorecer el aprendizaje.

Utilizar el diálogo como método de aprendizaje significa que el profesor ve al alumno como persona singular, con unas capacidades y necesidades que le hace único. Este principio que resulta obvio (¿quién se atreve a dudar de que un profesor se fije en la persona que tiene delante?) implica una serie de habilidades en el profesorado que, en la práctica, a menudo parece no estar suficientemente desarrolladas.

¿Qué habilidades y actitudes exige al profesorado este principio de singularidad? Enumero algunas:
- Capacidad de escucha y observación, para apreciar no sólo lo que el alumno dice con sus palabras, sino también lo que expresa con sus gestos, postura corporal, silencios; cuál es su estilo preferente de aprendizaje.
- Empatía para saber ponerse en su lugar: el momento evolutivo por el que pasa; cómo vive los posibles conflictos personales, familiares,… por los que esté pasando el niño.
- Dominio de los contenidos de la asignatura: para adaptar la forma en que puedan ser acogidos por cada alumno en particular, en lugar de ser éste el que se adapte a la lógica de la materia o del profesor.
- Tolerancia y respeto a otras formas de entender la vida, de expresarse, de valores: dentro de unos mínimos de educación y dignidad, no siempre las ideas y formas del adulto-profesor son las mejores.
- Capacidad para centrarse en el alumno o grupo que tiene delante, olvidando otras preocupaciones personales o profesionales. Sin perder de vista el horizonte de los fines y objetivos escolares a los que ha de responder, el profesor ha de “mirar” primero al alumno, conocer su situación con respecto a los contenidos, y poner en relación ambos agentes: alumno y lo que sabe – profesor y lo que sabe.

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